Ya no te amaba, sin dejar por eso
de amar la sombra de tu amor distante.
Ya no te amaba, y sin embargo, el beso
de la repulsion nos unió un instante...
Agrio placer y bárbaro embeleso
crispó mi faz, me demudó el semblante,
ya no te amaba, y me turbé, no obstante,
como un Dios en un bosque espeso.
Y ya perdido para siempre, al verte
anochecer en el eterno luto,
mudo el amor, el corazón inerte,
huraño, atroz, inexorable, hirsuto...,
jamás viví como en aquella muerte,
nunca te amé como en aquel minuto!
Julio Herrera y Reissig
jueves, mayo 11
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