jueves, febrero 3

jueves, 03 de febrero

fragmento del libro Amor en tiempos de cólera, enviado por alguien que no me quiere decir quien es.

"Lo despertó la tristeza. No la que había sentido en la mañana ante el cadaver del amigo,
sino la niebla invisible que le saturaba el alma después de la siesta, y que el interpretaba
como una notificación divina de que estaba viviendo sus últimos atardeceres.

Y es que "el que no tiene memoria se hace una de papel"
Todas las enfermedades mortales tenían su olor característico pero ninguno era tan específico como el de la vejez.
Estaba prendido a este mundo por unas hilachas tenues que podían romperse sin dolor con
un simple cambio de posición durante el sueño, y si hacía lo posible para mantenerlas era
por el terror de no encontrar a Dios en la oscuridad de la muerte.
Entonces murió y quedó suspendido en el aire y alcanzó a darse cuenta que había muerto
sin comunión, sin tempo de arrepentirse de nada ni despedirse de nadie.
resistiendose todavía un minuto al coletazo final de la muerte para que ella tuviera tiempo de
llegar.
Alcanzó a reconocerla entre el tumulto a través de las lágrimas del dolor irrepetible de morirse
sin ella, y la miró por última vez para siempre jamás con los ojos mas luminosos, mas tristes
y mas agradecidos que ella no le vio nunca en medio siglo de vida ecomún, y alcanzó a decirle
con un último aliento:

- Ya está la cena? - jajajaja.

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