jueves, marzo 10

jueves, 10 de marzo

y salio como todas las noches, manos en los bolsillos caminar lento mirada pérdida, recorría la ciudad por horas, era su deshago por las noches, aunque había llovido no le puso importancia más aún se alegro tenía en cuenta que en noches así las calles se tornaban desiertas, en el camino de siempre se paró en la licorera de siempre pidió lo de siempre, una botella de güisqui barato y siguió como siempre, no esquivaba charcos los pisaba con una rabia escondida, cruzaba en medio de los carros estos pitaban y a él no le importaba, de pronto se detuvo frente al viejo hotel del centro, lo miró por unos segundos alzó la botella de licor ya casi por la mitad y tomó dos tragos largos y placenteros, estaba seguro que serían su dos últimos sorbos de realidad, entro al lobby del hotel no saludo a nadie y subió decididamente por las escaleras, maldijo el ascensor por estar fuera de servicio pero que le iba hacer, su destino la habitación 304, quedaba a mano izquierda de la escalera en un pasillo oscuro, se acerco tocó la puerta esta se abrió pero nadie estaba tras esta, ingresó con dudas a la habitación y una delgada mujer salía del baño con la mirada hacia la ventana, como quien evade su presente fugándose hacia la nada, ninguno pronunció palabra alguna, no había necesidad, tomaron sus lugares ella se sentó en la cama y el arrastró el sofá y se sentó frente a ella, el silencio escondía mil gritos la habitación escondía mil gritos (te amos , te odios, gritos de pelas, gemidos de placer), en sus ojos se notaba lo insoportable que era permanecer ahí, pero el destino fue marcado por ellos de esa forma no había paso atrás terminantemente no había remedio...

?y las balas?, se supone que tu las comprarías, y ahora?

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